CENTRO CRISTIANO PALERMO – 27-7-14
Agronomía Espiritual
Marcos 4. 1-20
·
Coche nuevo… perfecto. Pero, abrimos
la cajuela… una rueda de auxilio. ¿Por qué?
La vida que Cristo ofrece es perfecta. Pero Él anticipó y preparó a sus
discípulos para el fracaso. Él conoce lo
que está en el corazón del hombre. Las multitudes le seguían, pero ¿Por qué?
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En la obra del Señor buscamos
alguien a quien culpar si las cosas no van bien:
o
A
nosotros mismos. “No sé hacerlo bien. No me ponen atención. No
tuve tiempo de prepararme”.
o
Al
programa de la iglesia.
“No hay un buen programa para los jóvenes. No se está programando nada para
evangelizar”.
o
Al
pastor o líder. “Es
monótono. Sus mensajes ‘no me llegan’.
Siempre habla de mis pecados”.
o
A
lo que dicen y a los demás.
“Dicen que aquel que es diácono… dicen que vieron al pastor, no sabés en
qué andaba…”.
·
Tenemos el primero de casi 60
parábolas en los evangelios. ¿Por qué
predicaba en parábolas? V.11-12. Usaba
parábolas para revelar la verdad a los que estaban abiertos a lo que Dios
decía, y esconderla de los que cerraban sus mentes a la verdad.
·
No es que intencionalmente los
mandaba al infierno. Solo les daba lo que querían. Escuchaban la verdad y la
rechazaban. Así que con parábolas Jesús
los hizo pensar sobre lo que escuchaban.
·
Esta parábola del sembrador fue
dicha en público pero explicada a los discípulos en privado.
·
Al ver esta parábola, debemos
recordar tres cosas al sembrar.
o
Perspectiva.
No todos prestarán la misma atención a la Palabra: no quieren oír, o ahogan la
verdad, o dan fruto.
o
Paciencia. Cosecha vendrá en su tiempo, no el día de
sembrar.
o
Persistencia. Es fácil desanimarse, pero no hay que darse
por vencido.
Veamos de qué se trata:
A EL SEMBRADOR. 4.3
- ¿Quién es? Es cualquier creyente. No solo el pastor
o misionero. Es el creyente que obedece el mandato de “ir”.
- ¿Qué hace?
Siembra la semilla. Vamos al campo
de don Manuel. No vemos a nadie. Vamos a su casa. Golpeamos, y mientras
esperamos escuchamos un ruido extraño. No atiende. Abrimos y descubrimos
que está sembrando en su casa. Semillas por todos lados… “aquí no me ensucio los zapatos. Es más
fresquito aquí!” dice. Problema: no
hay tierra.
·
Así muchos se quejan: “no hay
crecimiento”. Pero ¿estamos sembrando?
¿dónde? ¿en la casa, en la iglesia?
B. LA SEMILLA.
4.14 – “La Palabra”. Vamos otra vez al campo de don
Manuel. Ahora sí está sembrando afuera, re-contento. Pero… ¿qué es eso rojo,
amarillo, azul, que cae de sus manos? Al
acercarnos, vemos que son bolitas de vidrio. “Es que no ensucian las manos, y son de lindas”.
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Así es que no tenemos impacto en el
mundo. En vez de dar la Palabra, damos bolitas de vidrio. Queremos estar al día con el mundo. Queremos ser relevantes. Ej. Cuando Rusia se
abrió a la democracia por primera vez, las iglesias pedían ayuda. “Pero no
manden grupos de rockeros cristianos. Queremos que nos vengan a enseñar la
Palabra”.
C. EL SUELO.
El mundo – Tanto creyentes como no creyentes. Pero hay distintos tipos de reacciones.
- La
Mente Cerrada (4,15). Un caminito en medio del
campo. El “camino” endurecido representa el corazón duro. Dicen que “el
sol derrite la manteca, pero endurece la arcilla”. La semilla cae pero no entra.
Rebota. En Mat. 13.19 se nos dice
que es la persona que escucha el Evangelio, pero no lo entiende. No ven cómo el Evangelio tiene algo que
ver con sus vidas.
·
Quizás no quieren entender, o sus
corazones están tan duros por el pecado que no permiten que el Evangelio
penetre el suelo sus mentes. El
evangelio es algo necio. De inmediato
las “aves” de Satanás vienen como aves de rapiña y quitan lo poco que podrán
haber escuchado. Estas personas culpan a
otros, a los hipócritas en la iglesia, problemas económicos. Pero se necesita
un pico o mazo para romper esa dureza.
La semilla es buena, pero el suelo no estaba preparado. No puede haber
fruto allí.
- La
Mente Confusa (5-6, 16-17). Sin profundidad, cubre una camada de
piedras. La semilla cae, entra,
pero no baja. De arriba se
ve buena y productiva, pero no hay profundidad.
·
Estos son los que son atraídos a la
iglesia solo para ocasiones especiales, para “eventos”. Se entusiasman, pero no persisten. “¡Esto es
justo lo que necesito – voy a dar a Jesús una oportunidad! Dios es un botiquín. Se emocionan en el momento, toman decisión. Pero se guían más por la experiencia
que por la enseñanza y la verdad.
Luego cuando vuelven a sus casas, o hay aflicción, o se ofenden por
algo, se secan y mueren. Repitieron una oración que el pastor dio en forma
apurada, levantaron la mano, pero nunca fueron realmente salvo. No hay
fruto. El Señor cambia la vida al que
salva, 2 Cor. 5.12.
- La
Mente Comprometida (7, 18-19). Parece buena la
tierra, lista para sembrar, pero debajo están las raíces vivientes y
semillas de espinas y yuyos. La
semilla cae, entra, baja, pero no sube. No hay fruto. Si son creyentes, tienen vidas
estériles. Son “verrugas cristianas”.
Les gusta escuchar la Palabra, entienden, pero no dejan que la
semilla germine.
·
Es la persona que intenta obtener
los beneficios del evangelio sin dejar la vida vieja del pecado. Las preocupaciones del mundo no deja que el
poder de Dios tome lugar en su vida. ¿Es
salvo? Probablemente no, porque Jesús
cambia la vida y nos creó para que llevemos mucho fruto. Si has tomado una decisión por Cristo pero no
hay cambios en tu vida, necesitas arrepentirte y pedir que Cristo confirme tu
salvación.
- La
Mente Cultivada, (8, 20). Esta es la tierra que fue
arada y preparada para recibir la semilla.
La semilla cae, entra, baja, y sube
para dar fruto. Es el corazón que
Dios preparó a través de su Espíritu mediante la Palabra para que germine
y dé fruto. ¡Es el único que
podríamos decir con seguridad que es salvo!
·
Cuando Cristo entra una vida por el
evangelio, su presencia es algo seguro, y causará que el creyente comience a
traer fruto para la gloria de Dios.
·
La cantidad de fruto variará con
cada uno. Pero siempre es la gracia de
Dios obrando en tu vida. ¿Qué clase de
fruto produce la tierra cultivada?
o
Buenas obras – Col. 1.10
o
Santidad y justicia – Romanos 6.22,
Fil. 1.11
o
Espiritualidad genuina – Gál.
5.22-23
o
Un deseo de llevar a otros a Cristo
– Rom.1.13
o
Alabanza y adoración – Heb. 13.15
o
Compartir lo que uno tiene – Gál.
6.7-11
Conclusión.
Hay dos constantes que uno puede controlar: el que siembra y la semilla. Y una variante que no puedo controlar: el
corazón o la mente del que recibe el evangelio.
·
Jesús dijo en v. 9, “El que tenga oídos para oír, que oiga”. Es un desafío y una advertencia. ¿Cómo está tu mente o corazón hoy? ¿Está tu mente cerrada, o confundida, o
comprometida con otras cosas, o cultivada y buscando a Dios? Quizás debes examinar tu decisión de seguir a
Cristo si nunca lo has hecho. Y si eres
un seguidor de Cristo, ¿hay fruto en tu vida?