¿Bolitas o Uvas?
2 Tesalonicenses 1
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Aplastar con un martillo bolitas de vidrio
vs uvas maduras. Una se fragmenta en mil pedazos y puede lastimar, la otra resulta en jugo aromático y
refrescante.
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Hay personas como
esas. Con las pruebas y persecución
rebotan o se rompen, les cuesta formar amistades íntimas, y hieren a otros en
el proceso. Otros, cuando son
aplastados, traen bendición fragante y hasta dan fuerza a los demás. Así eran los tesalonicenses.
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La iglesia atravesaba
persecución (1.4–7) y algunos de los creyentes pensaban que ya estaban en el
Día del Señor, aquel tiempo de tribulación en el cual el mundo entero será
juzgado que Pablo mencionó en la 1ª carta.
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Esta 2ª carta fue escrita
poco después de la 1ª. Aparentemente
había aparecido una carta “trucha” (2.1-2) confundiendo a la iglesia. Algunos
dejaron de trabajar pensando que Jesús vendría pronto (3.10-12).
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2ª Tes. se puede dividir
así: cap. 1 – Afirmación; cap. 2 – Explicación; y 3 – Exhortación.
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Pablo escribe para
explicar el programa de Dios para la edad y animar a estos cristianos que
sufrían a que permanecieran fieles al Señor. Destaca tres propósitos detrás del
sufrimiento.
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Pero aprendamos algunas
lecciones de este capítulo.
I. El sufrimiento nos ayuda a crecer (1.3–5)
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«La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia» escribió Tertuliano el padre de la Iglesia; y la historia demuestra
que es verdad. Un cristiano chino devoto dijo: «El sufrimiento en China ha multiplicado las bendiciones porque ha
purificado a la iglesia». Los cristianos tesalonicenses tenían una
reputación de una fe creciente, esperanza constante y amor abundante (1 Ts
1.3); y sus experiencias difíciles hacían que creciera su fe, esperanza y amor.
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Todavía más, su
testimonio seguía creciendo también, porque todas las iglesias habían oído de
ellos y su postura por el Señor. Pablo podía gloriarse de ellos en todas las
iglesias. Su firmeza y perseverancia era un estímulo para otros creyentes.
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Vemos que también que crecían
en paciencia (v. 4). «La tribulación
produce paciencia» (Ro 5.3). Por supuesto, en el NT «perseverancia» no es
simplemente «esperar a que pase»; es firmeza en perseverar en el Señor, seguir
avanzando cuando es difícil. El cristiano que ora por más paciencia debe
esperar más tribulación, porque la tribulación es la herramienta espiritual que
Dios usa para hacernos pacientes.
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Cuando viene el
sufrimiento, o bien nos desarrollará o nos destrozará. Si aceptamos el
sufrimiento, nos rendimos a la voluntad de Dios y por fe continuamos fieles,
entonces el sufrimiento nos hará crecer. Si resistimos el sufrimiento, nos
quejamos a Dios y nos damos por vencidos en incredulidad, entonces el
sufrimiento destrozará y debilitará nuestro testimonio. Veamos 1 Pedro 4.12–19.
II. El sufrimiento nos prepara para la gloria
(1.6–10)
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Pablo no mira el
sufrimiento como una carga, sino como una bendición, un privilegio. Sufrir por
Cristo es un don (Flp 1.29). Cuando Pablo dijo que deberían ser «tenidos por dignos del reino de Dios» (v.
5) no sugería que podían ganarse un lugar en el cielo por sus méritos. «Dignos»
describe aptitud, idoneidad, no mérito. Dios nos hace aptos mediante el
sufrimiento para la gloria que está por delante. El sufrimiento y la gloria no
pueden separarse (Mt 5.10–12; 1 P 4.12–14; 5.1). Nuestro sufrimiento aquí ahora
es nada más que la preparación para la gloria que se ha de revelar (Ro 8.18; 2
Co 4.16–18).
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Pero la perseverancia en
el sufrimiento es también un testimonio para el mundo perdido. Puede parecer que
Dios no juzga los pecados del mundo, pero esto no es verdad. Si andamos en
incredulidad nos desanimaremos pensando que Dios no vindica a los suyos (véanse
Sal 73 y Habacuc), pero Dios prepara juicio para el malo. Sabiendo esto,
podemos descansar con confianza.
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Dios «recompensará» el
juicio; o sea, retribuirá al malo en la misma medida y en la misma clase que
han retribuido a los cristianos. Faraón ahogó a los niños de Israel y
Dios ahogó al ejército egipcio en el Mar Rojo. Judas traicionó a Jesús
para que lo colgaran en un madero y Judas mismo fue y se ahorcó en un árbol. Saúl
intentó matar a David con la espada y él mismo murió por la espada. Los
pecadores cosechan lo que siembran.
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Cuando Cristo venga a la
tierra con su Iglesia, juzgará a los malos que estén vivos en la tierra.
Sufrirán el infierno eterno por dos razones: no conocieron a Dios (ignorancia
voluntaria, Ro 1.18–32), y no obedecieron a Dios (desobediencia voluntaria).
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Dios ordena a los
pecadores que se arrepientan (Hch 17.30); rechazar a Cristo es desobediencia.
Por supuesto, el mundo no estará listo para la venida de Cristo en juicio (Ap
19.11–21) y lo tomará desprevenido.
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El orden de los
acontecimientos es:
§
(1) el regreso secreto de
Cristo en el aire por la Iglesia, lo cual puede ocurrir en cualquier momento;
§
(2) el Día del Señor (1
Ts 5.1ss);
§
(3) el surgimiento y
crecimiento en poder del hombre de pecado;
§
(4) la venida de Cristo a
la tierra con la Iglesia;
§
(5) el juicio de los
pecadores y Satanás apresado y atado por mil años (Ap 19.11–20.3).
III. El sufrimiento glorifica a Cristo hoy
(1.11,12)
§
Jesucristo será
glorificado en sus santos en ese día (v. 10); pero los creyentes deben
glorificarle cada día que viven. Esta es la petición de la oración de Pablo por
los creyentes: que Dios pueda cumplir su propósito en sus vidas y que el nombre
de Cristo sea glorificado a través de ellos.
§
El ministerio de Pablo
era la Palabra de Dios y la oración (véase Hch 6.4). Enseñaba al pueblo las
verdades de Dios, luego oraba por ellos para que pusieran en práctica lo que
les había enseñado.
§
Los creyentes podemos
tener confianza en el sufrimiento debido a que Dios nos ha escogido y nunca nos
olvidará. La buena obra que Dios empieza, la completará (Flp 1.6). Si parece
que el mundo pecador está ganando hoy la batalla, podemos descansar en fe,
sabiendo que mañana ese mundo perderá la batalla.
§
Nuestra responsabilidad
es vivir de manera digna este supremo llamamiento (v. 11) y permitir que Dios
obre su perfecta voluntad en fe y poder. Notamos las «verdades gemelas» en este
capítulo: fe y amor (v. 3); fe y paciencia (v. 4); fe y poder (v. 11).
§
¿Qué deben hacer los
cristianos que están en la voluntad de Dios cuando atraviesan pruebas y
tribulaciones dolorosas? Deben:
(1) agradecer a Dios por
su salvación y porque Él está con ellos;
(2) someterse a la voluntad de Dios sin quejarse;
(3) pedir a Dios que les
dé sabiduría para comprender su voluntad;
(4) observar en busca de
oportunidades para testificar y glorificar a Dios en la situación;
(5) esperar con paciencia
hasta que se cumplan los propósitos de Dios. Por supuesto, si estamos fuera de
la voluntad de Dios y vienen los problemas (¡y vendrán!), debemos aceptar el
castigo de su mano.
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Este primer capítulo es
un gran estímulo para el creyente en estos días de prueba. El mundo se
precipita cuesta abajo hacia el infierno a velocidad vertiginosa. No quiere oír
o no quiere prestar atención a la Palabra de Dios.
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Los cristianos fieles
sufren mientras que los incrédulos impíos prosperan. Parece como si Dios se
hubiera olvidado de los suyos.
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Pero no es así, dice
Pablo. El creyente puede «descansar» o “tener reposo” (v. 7) -y esta palabra
quiere decir «aflojar la tensión»-, sabiendo que Dios está obrando en el mundo.
Un día Él vindicará a los suyos y ejecutará su venganza contra los perdidos.
Romanos 8.38 – “Considero que los
sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la
gloria que nos va a ser revelada”
Todos queremos gloria y gozo ahora.
Pero el camino hacia la gloria suele ser un camino largo y cuesta
arriba, pavimentado con piedras ásperas y agudas de persecución, aflicción, y
dolor.
¿Cómo respondemos al sufrimiento? ¿Cómo bolitas de vidrio o uvas?