martes, 29 de abril de 2014

EL SIERVO IDEAL - 1 Tesalonicenses 2

CCP – 27-4-14
El Siervo Ideal
1 Tesalonicenses 2
El capítulo 1 describe a la iglesia ideal; el capítulo 2 muestra un cuadro del siervo cristiano ideal. Pablo nos ha dicho cómo el evangelio llegó a Tesalónica; ahora nos dice cómo ministró a los jóvenes creyentes. Esto es un bosquejo del «programa de seguimiento» que usaba Pablo y explica por qué la mayoría de sus convertidos permanecieron fieles al Señor y por qué sus iglesias crecieron. Nos da cuatro cuadros del obrero cristiano ideal.
      
      I. Pablo, un Siervo Fiel (2.1–6)
¡Qué tremendo privilegio «que se nos confiase el evangelio»! (2.4). Con frecuencia hablamos de la mayordomía de las cosas materiales, pero necesitamos también recordar que cada creyente es un mayordomo del evangelio y de la Palabra. Dios dio el mensaje a Pablo (1 Ti 1.11); Pablo a su vez lo encargó a Timoteo (1 Ti 6.20) y se esperaba que este lo confiara a personas fieles de las iglesias, quienes a su vez lo encargarían a otros (2 Ti 2.2). La principal responsabilidad de un administrador es ser fiel (1 Co 4.1, 2); y es en base a esta fidelidad que seremos probados y recompensados cuando Cristo venga.
Para ser fiel a su mayordomía el creyente debe estar dispuesto a sufrir. A Pablo y a Silas les habían tratado vergonzosamente en Filipos (Hch 16.19–24) y podían haber dado toda clase de excusas para unas vacaciones. Pero sabían que Dios les había confiado el evangelio y que tenían que llevar el mensaje a otras ciudades. En lugar de atemorizarse, eran intrépidos para proclamar las buenas nuevas. Pero habían calumnias que divulgaban los oponentes de Pablo.
Veamos algunas de las acusaciones contra Pablo…  después de todo, “por algo” Pablo fue maltratado y encarcelado en Filipos – donde el carcelero y familia fueron convertidos.

  1. Las predicaciones de Pablo eran pura fantasía (3a), basadas en el error.  Hasta la familia misma de Jesús lo trató como loco (Mr.3.21)
  2. Las predicaciones de Pablo procedían de motivos impuros (3b); era común entonces acusar a cristianos de orgías sexuales, con el beso santo (5.26) y fiestas de amor o ágape.
  3. Las predicaciones de Pablo eran para engañar a la gente (3c);  bajo Hitler en Alemania se descubrió que si se repite una mentira suficientes veces, y en voz fuerte, eventualmente se acepta como la verdad.
  4. Pablo buscaba la aprobación de la gente en vez la de Dios (4). Pablo predicaba la libertad del Evangelio y de la gracia en frente a la esclavitud del pecado.  Sigue habiendo personas que creen que ser espiritual es no demostrar gozo y siempre hablar y juzgar a otros negativamente.  Le pasó lo mismo a Jesús.
  5. Que Pablo buscaba enriquecerse con el Evangelio (5,9).  El Didache o Doctrina de los Apóstoles decía que había que recibir al apóstol como al Señor. Si se queda uno o dos días, está bien, pero si se queda tres días es un falso profeta.  Y más cuando no tiene profesión y pide dinero. Es un traficante de Cristo.
  6. Pablo buscaba prestigio personal (6).  En vez de presentar el Mensaje de la Palabra, hablaba más de sí mismo.  En 1.5 no dice “llegamos a ustedes, aquí estoy”, sino “nuestro evangelio llegó a ustedes”.  
  7. Que era un dictador (7).  Todo lo contrario, era como “una madre que amamanta y cuida a sus hijos” (NVI).  Eran sus hijos espirituales, y los cuidaba como correspondía.   
      
      II. Pablo, como madre amorosa (2.7,8)
Parece extraño que Pablo se auto compare en el versículo 7 con una «nodriza que cuida con ternura». (Considérese también 1 Co 4.14, 15 donde afirma que como padre espiritual había «engendrado» a los santos en Corinto mediante el evangelio.) En vv.9–13 Pablo usa la imagen de un padre, pero el pensamiento principal aquí es el del cuidado amoroso. Los nuevos cristianos necesitan amor, alimento y cuidado cariñoso, así como la madre lo daría a sus hijos. Los niños recién nacidos necesitan la leche de la Palabra (1 P 2.2) y deben «graduarse» al alimento sólido.
La manera en que la madre alimenta al hijo es casi tan importante como el alimento que le da. Qué importante es que nosotros, que somos cristianos más viejos, alimentemos a los jóvenes creyentes con amor y paciencia.

      III. Pablo, como padre preocupado (2.9–16)
Nótese el ministerio «paternal» de Pablo: trabajó (v. 9a), predicó (v. 9b), se comportó (v. 10), exhortó (v. 11) y sufrió (v. 14). Un padre debe velar por su familia y sacrificarse por su bienestar.  La madre nutre, el padre los enseña.  Los hijos son grandes imitadores y es importante que las vidas de los «padres espirituales» sean ejemplares.
Pablo podía haber reclamado sus derechos como apóstol y exigido que la iglesia lo sostuviera (2.6); pero en lugar de eso, sacrificadamente trabajaba con sus manos para ministrar en la iglesia. Los padres no imponen a sus niños pequeños el pago por el cuidado que reciben. Pablo también se cuidaba de vivir una vida santa (a Dios), justa (ante el hombre) y sin tacha (ante sí mismo).
Uno de los deberes de los padres es exhortar y educar a sus hijos, y Pablo hizo esto en Tesalónica. Proveyó enseñanza individual y personal («a cada uno de vosotros»), así como en el ministerio público de la iglesia. Los líderes espirituales no dependen únicamente de su ministerio público; sus hijos espirituales necesitan además estímulo y consejo personal. El ministerio triple de Pablo como padre era: (1) «exhortar» o animar; (2) «consolar» o estimular; y (3) «encargar» a llevar una vida digna y testificar. Pablo no sólo les enseñó la Palabra, sino que les animaba a partir de sus propias experiencias en el Señor.
El apóstol se regocijaba de cómo sus hijos espirituales recibieron la Palabra de Dios. Sabía que el Espíritu de Dios obraría en sus vidas si ellos recibían la Palabra y creían en ella. Si unimos Filipenses 2.12–13, Efesios 3.20–21 y 1 Tesalonicenses 2.13, veremos que Dios obra en nosotros mediante su Palabra, su Espíritu y la oración.
Por último, Pablo advirtió a su familia espiritual respecto a los enemigos que los perseguirían. Si los cristianos se convierten en seguidores del Señor (1.6) y de las iglesias (2.14), pueden esperar que Satanás y sus seguidores los persigan.

En vv. 15-16 Pablo señala algunos errores y pecados de los judíos:
  1. Mataron al Señor Jesús y a los profetas.  Pero no por eso el mensaje se anula.  Algunos queman la Biblia o la ignoran, creyendo así que ya no hay más problemas!
  2. Persiguieron a los cristianos.  Ellos no aceptaban el mensaje, y no permitían que otros lo aceptasen.
  3. No buscaban agradar a Dios.  Se aferraban a su religión en vez de intentar obedecer a Dios.  No es “¿Qué creo yo?”, sino “¿Qué dice Dios?”.
  4. Estaban en contra de las demás personas.  Eran arrogantes y engreídos, creyendo que solo ellos podían ser el pueblo de Dios.
  5. Que estaban exentos de la ira de Dios, que solo el gentil merecía.  Por eso no querían que se les predicase la salvación

IV. Pablo, como hermano cariñoso (2.17–20)
¡Cómo le encantaba a Pablo llamar «hermanos» a estos santos! Usa la palabra veintiún veces en las dos epístolas a los Tesaloni-censes. (Por supuesto, esto incluía también a las hermanas.) Se veía a sí mismo como uno de ellos, una parte de la familia. En el versículo 17 dice que se había «separado» de ellos por un corto tiempo, como un hijo lejos del hogar. Los quería, oraba por ellos y deseaba grandemente verlos de nuevo. Después de todo, la prueba de nuestra vida espiritual no es lo que hacemos cuando estamos en la iglesia con «la familia», sino cómo nos conducimos cuando estamos lejos de la iglesia. Pablo no era la clase de miembro de la iglesia que «se tomaba unas vacaciones» de la casa de Dios.
Como se mencionó antes, cada capítulo de esta epístola termina con una referencia al regreso de Cristo. En el capítulo 1 esto se relaciona con la salvación; aquí en el capítulo 2 se relaciona con el servicio. ¿Por qué pudo Pablo ministrar fielmente y con amor a estos santos? Porque los veía a la luz de la venida de Cristo. ¡Esperaba el día glorioso cuando se regocijaría por ellos en la presencia de Cristo! Jesús sufrió la cruz «por el gozo puesto delante de Él» (Heb 12.2); este «gozo» es sin lugar a dudas el de presentar la Iglesia a su Padre (Jud 24). Por el mismo gozo Pablo sufrió toda clase de sufrimientos. ¿Nos regocijamos en que contemplaremos a Jesús un día?



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