CCP – 10-8-4
Preludio a la Deidad
Juan 1.1-18
mús. Composición instrumental de gran libertad formal, ejecutada antes de una
obra, una representación o una ceremonia.
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Puede ser una obra literaria, una obra musical, etc.
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En su obra clásica “Historia de Dos Ciudades”, Charles
Dickens resume la era de la Revolución Francesa:
§
Era el mejor de
los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de
la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y
de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la
desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; todos caminábamos
derecho al cielo y todos nos extraviábamos por el camino opuesto.
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Con este prólogo Dickens introduce su
drama. En el comienzo ya nos presenta
algunos de los temas: prosperidad y pobreza, luz y oscuridad, esperanza y
desesperación.
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Juan también nos presenta su evangelio con un
preludio o prólogo. Como Dickens, Juan nos da un vistazo de los grandes temas:
la deidad y humanidad de Cristo; Cristo como luz y vida y el mundo en oscuridad
y muerte; Juan dando testimonio e Israel rechazándolo; la aceptación de los
gentiles; y ejemplos de Jesús y su gloria, gracia y verdad.
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En este prólogo Juan establece cinco argumentos de
porqué Jesús era, en efecto, divino.
1. El Hijo de Dios en la Eternidad. 1.1
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Comienza como Génesis 1.1, y Juan establece la
deidad de Cristo dándonos una mirada de Él antes de la fundación del mundo.
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En el principio ya existía la Palabra. La Palabra estaba con Dios,
y Dios mismo era la Palabra (RVC).
y Dios mismo era la Palabra (RVC).
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Al entrar al evangelio de Juan, nos lleva por un “túnel de
tiempo” y nos lleva a una eternidad pasada… antes de la creación, antes de que
haya tiempo, ya existía de Dios trino o triuno.
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Señor, tú has sido nuestro refugio generación tras generación.
Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios. (Salmo 90.1-2)
Desde antes que nacieran los montes y que crearas la tierra y el mundo, desde los tiempos antiguos y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios. (Salmo 90.1-2)
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¿Por qué “Palabra” o “Verbo”? La palabra comunica y eso es lo que hizo
Jesús. Otros también hablaron para Dios,
pero Jesús fue la culminación (Hebreos 1.1-2) Dios, que
muchas veces y de varias maneras habló a nuestros antepasados en otras épocas
por medio de los profetas, en estos días finales nos ha hablado por medio de su Hijo. A
éste lo designó heredero de todo, y por medio de él hizo el universo.
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Desde la A a la Z Jesús fue el alfabeto divino
comunicándonos a Dios en una forma sencilla que cualquiera puede entenderlo. Él
dijo, “Yo soy el Alfa y Omega, el
Principio y el Fin” (Ap. 1.8).
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Esta Palabra o Verbo, nos dice Juan que estaba con Dios, cara a cara, en la eternidad
pasada
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Pero no solo estaba con Dios, sino que nos dice que era Dios (el gr. enfatiza “y DIOS era el Verbo”. O sea Jesús no solo era el que nos reveló a
Dios, sino que era el mismo Dios.
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El propósito de las palabras son para llevarnos a
alguna acción o reacción. ¿Está causando
algún efecto la Palabra de Dios en tu vida?
¿O entra por un oído y sale por el otro?
2. El Hijo de Dios en la Creación. 1.2-9
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Vv. 2-3 nos relata el papel del Hijo en la Creación:
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Él estaba en el
principio con Dios. Todas las
cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho (LBLA).
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Resaltan dos hechos aquí en cuanto a la deidad de
Cristo: 1) Él mismo no fue creado, y 2)
todo fue creado por Él. El Padre fue el
arquitecto; Jesús fue el agente principal de la creación (v. 10).
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IL. Isaac Newton con su modelo del sistema solar:
“se hizo solo”.
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Otros pasajes:
o
1 Cor. 8.6: para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de
quien proceden todas las cosas, y a quien nosotros pertenecemos; y un solo
Señor, Jesucristo, por medio de quien existen todas las cosas, incluso nosotros
mismos. (RVC)
o
Col. 1.16-17:
En él fue creado todo lo que hay en los cielos y
en la tierra, todo lo visible y lo invisible; tronos, poderes, principados, o
autoridades, todo fue creado por medio de él y para él. Él existía
antes de todas las cosas, y por él se mantiene todo en orden
(RVC).
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IL. Astronautas tenían que prender unos dispositivos
antes de alunizar. Si lo hubieran hecho
2 segundos más tarde, se habrían estrellado.
Los científicos saben que la creación tiene un orden absoluto.
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En Juan 1.4-5, Juan nos dice algo de la naturaleza
de esta Palabra divina: En El estaba la vida, y
la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la
comprendieron (LBLA).
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Detrás del acto creativo de Cristo había un elemento
crucial: ¡Vida! Juan nos muestra que así como Jesús es la fuente de toda vida
física, es también la fuente de vida espiritual.
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En filosofía, se aprende cuál es la “filosofía de la
vida” de distintos maestros y de uno mismo.
Pero en Juan, la vida no es una filosofía, sino una Persona. “En Él estaba la
vida, y la vida era la luz de los hombres”.
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Si buscas la esencia de la vida en una filosofía,
vas a terminar con las manos vacías.
Pero si vienes a la persona de Cristo, encontrarás que ÉL es la vida
(14.6) y terminas con tus brazos llenos de su abundancia (10.10).
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Luego Juan nos cuenta la relación del ministerio de
Juan el Bautista con esta vida que emana la luz, vv. 6-7: Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino
por testimonio, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por
él.
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Toda persona se pregunta, “¿De donde vengo, adónde
voy, para qué estoy?
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Juan ya contestó estas preguntas
·
Para prevenir cualquier confusión, el apóstol Juan
distingue a Jesús de Juan el Bautista.
Juan era el Mensajero de Jesús como Mesías, vv.8-9: Juan no era
la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz. Esa luz verdadera, la que alumbra a todo hombre, venía a este
mundo.
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Se puede decir cuatro cosas acerca de la luz: 1) Tiene su fuente en Cristo (4); 2) La oscuridad no puede vencerla o
comprenderla (5); 3) Es única pues es
“verdadera” (9); 4) Está al alcance de
todos. Da luz a todo hombre (9). Así como
una compañía que provee luz a todas las casas de un barrio, así Cristo ofrece
su luz a todo el que se le acerca.
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IL El hombre
busca la luz en la filosofía, religión, lectura de libros, etc. Pero sigue en la oscuridad sin conocer a Dios
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No importa en cuánta oscuridad te encuentres,
Jesucristo puede iluminar tu vida. 2
Cor. 4.6: Pues Dios, quien dijo: «Que haya luz en la oscuridad», hizo
que esta luz brille en nuestro corazón para que podamos conocer la gloria de
Dios que se ve en el rostro de Jesucristo (NTV).
3. El Hijo de Dios en el Mundo. 1.10-13
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A pesar que Jesús se ofrece a todos sin excepción,
su luz es rechazada por muchos, vv.10-13: Vino al
mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. 11 Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; 12 pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio
el derecho de llegar a ser hijos de Dios.13 Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como
resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un
nacimiento que proviene de Dios (NTV).
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La mayoría de las personas prefieren mantenerse en
la oscuridad (3.19) Y ésta es la condenación: que la luz vino al mundo, pero los hombres
amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
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Los que son hijos de Dios demuestran ciertas
características
(v. 13). La salvación no es hereditaria
ni se transmite de padres a hijos. Solo
se entra a la familia de Dios a través de Jesucristo. Ni se nace por esfuerzo propio o por la
voluntad de otro (bautismo de bebé). El hijo no nace por voluntad o esfuerzo
propio. Solo es a través de Cristo.
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En su dureza, el mundo que Él creo no reconoció a su
Creador, y ni su propio pueblo lo recibió.
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No todos son hijos de Dios, sólo los que le
recibieron. Los que no lo recibieron serán criaturas de Dios, pero no hijos.
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Afortunadamente, algunos sí lo recibieron y son
hechos hijos de Dios: Una mujer
samaritana (cap. 4); un ciego (cap. 9) y otros. De a poco Jesús tocó esta
humanidad rechazada y en pecado y les dio vida y luz, para que ellos sean luz a
otros en la oscuridad (Mat. 5.14-16).
4. El Hijo de Dios Encarnado. 1.14-17
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El v. 14 describe la encarnación: Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre
nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo
unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
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En la encarnación, Dios se inyectó en la
humanidad—el mejor de los vinos en una vasija de barro ordinario. Jesús caminó por Judea, Samaria, y Galilea
como un hombre común y corriente, guardando esas manifestaciones de gloria y
deidad para ocasiones especiales. Y así un mundo perdido pudo gustar algo del
reino venidero de Dios.
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Juan el Bautista testificó en vv. 15-17: Juan dio testimonio de él, y a voz en cuello proclamó: «Éste
es aquel de quien yo decía: “El que viene después de mí es superior a mí,
porque existía antes que yo.” » De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia, pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la
gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo (NVI).
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Como una fuente que llena el vaso de alguien con
sed, Jesús nos llena de su fuente inagotable de gracia y verdad hasta que
nuestras copas rebosen.
5. El Hijo de Dios Explica al Padre. 1.18
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Cuando se hizo hombre, las abstracciones de la
deidad fueron explicadas en términos muy concretos y humanos. A Dios nadie
lo ha visto nunca; el Hijo unigénito, que es Dios y que vive en unión íntima con el
Padre, nos lo ha dado a conocer.
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Jesús era “la
imagen del Dios invisible” (Co. 1.15); “Es la imagen misma de lo que Dios es” (Heb. 1.3).
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¿Cómo se puede conocer el carácter y la personalidad
de Dios. Solo hay una manera: conociendo a Jesucristo. Y solo lo conoceremos plenamente cuando
estemos con el Señor en gloria.
Así
termina Juan este prólogo, con la evidencia que Jesús de Nazaret es el Hijo de
Dios por estas razones.
¿Conoces a Cristo como tu Salvador y Señor?
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