CCP 23-8-15
SIMPLEZA PROFUNDA
1 Corintios 1.26-2.5
Introd. El "arte basura" hecho de chatarra,
maderas y fierros viejos, etc. Se ve sobre una pared un cuadro con un
camino arbolado hermoso con flores y praderas, y en su centro un Ford
Modelo T armado de deshechos - cuerdas de piano, engranajes de relojes,
clips para papeles, bisagras, etc. En si mismo, no tiene nada de valor,
pero en las manos de un artista, convirtió toda esa basura en una pieza
extraordinaria de arte.
Aparte de Cristo, somos
basura espiritual. No servimos para nada salvo ensuciar su creación. Pero
cuando Él se apodera de nuestras vidas, como un maestro artesano el Señor
endereza nuestras almas torcidas, limando las asperezas, remendando nuestros
corazones destrozados. Al principio no se notan mucho esos cambios, pero
con el tiempo se empiezan a ser visibles a otros. Aunque quizás
queremos atribuirnos a nosotros mismos esos cambios, bien adentro sabemos que
es el Señor quien los hace. El merece nuestro reconocimiento.
Pero a veces nos
olvidamos de nuestros comienzos "sucios". Nuestro orgullo se
levanta y actuamos como si Dios hizo esos cambios porque nosotros le dimos un
buen material para formar. O sea, comenzamos a creer como lo hicieron los
corintios. En 1 Cor. 1.26 a 2.5 Pablo nos recuerda que si no fuera por la
interven-ción de Dios en nuestras vidas,
seguiríamos siendo "basura".
1. LLAMADOS
DEL BASURAL
a. Los
Hechos. (1. 26). Con
pocas excepciones, estos creyentes estaban en lo más bajo de
la escalera social. La iglesia estaba lleno de fornicarios,
adúlteros, afeminados, homosexuales, idólatras, ladrones, borrachos,
engañadores (6.9-10). No eran más que alambres, cuerdas de piano, y
clavos. Aun así, Dios los había tomado y levantado para ponerlos en
su obra de arte. Como Pablo les dijo en 6.11, estaban lavados...
santificados ... justificados en el nombre del Señor Jesucristo...
(6.11). Es lo que hace con nosotros (1.27-28). Lo que vale poco o
nada, Dios los escoge para llevar a cabo su obra de arte.
Tal gracia debe
recordarnos que el artista, no el arte, es el que se lleva el
honor. ¿Por qué lo hace Dios? Pablo les dice, "para que ningún
hombre se jacte ante Dios" (29). Dios no tolera a los orgullosos,
así que pisa sus egos y levanta el sedimento de la sociedad haciéndolos
ciudadanos honorables de su reino. Es la única manera que El los recibe
(4.28-37).
b. El
Contraste. (1.30-31). Pablo
contrasta las carácter-rísticas ordinarias de los corintios con la belleza de
Jesucristo (30)
El mundo busca
héroes; Dios busca a los humildes. El mundo se impresiona con
poder, prestigio, dinero. Dios se impresiona solo a través de Cristo—la persona
más bondadosa y humilde que jamás caminó sobre esta tierra. Por lo
que Dios le dio a su Hijo pre-eminencia sobre toda la creación y lo ha
hecho nuestra sabiduría. El es nuestra justicia—somos declarados justos y
liberados de la pena del pecado (Rom.3.21-26). Es nuestra santificación—por
Él somos hechos santos, liberados del poder del pecado (1 Tes.4.7).
También es nuestra redención: por El somos glorificados y liberados para
siempre de la presencia del pecado (Rom.8.23). Solos, no somos nada. Pero
en Cristo tenemos un valor incalculable. La diferencia descansa en El, no
en nosotros. Por lo tanto, si vamos a jactarnos, debemos jactarnos en El
(1 Cor.1.31. Ver Jer. 9.23-24).
2. EL MINISTERIO
EMBELLECEDOR DE PABLO
La salvación de los
corintios comprueba que Dios escoge lo ordinario en vez de lo sobresaliente. El
ministerio de Pablo en Corinto comprueba esta verdad.
a. Su Mensaje, 2.1-2. Continuando su argumento, Pablo
reconoce su propia ordinariez a los corintios (1). Aunque Pablo era un
pensador profundo y un buen polemista, no podía compararse con las destrezas
oratorias de un Apolo. Pero esto no le importó, pues su meta fue de hacer
sobresalir un mensaje: "Jesucristo, y El crucificado" (2).
Todo
lo demás era superfluo.
b. Su Método, 2.3. Cuando Pablo sirvió a los corintios, lo
hizo con temor y temblor (3). Esto lo llevó a depender en el Señor más
que nunca antes (ver Filip. 2.12-13). El resultado fue tremendo. Lo
que le faltaba a Pablo en talento y coraje, Dios lo suplementó con poder.
Al predicar, el evangelio explotó en las calles de Corinto. La gente se
acercaba a un Pablo sin atractivo y muchos se alejaban cantando alabanzas a
Dios.
Como Pablo, quizás no
seamos grandes oradores. Pero no tenemos que serlo. El Señor nos
dará su poder en nuestra debilidad. Solo nos pide que confiemos en El al
llevar a cabo lo que El tiene para nosotros.
c. Su
Motivo, 2.4-5. ¿Por qué
Pablo no tomó clases de oratoria de los comunicadores expertos de su
día? ¿Por qué no agregó algunas ilustraciones ingeniosas o buenos chistes
o argumentos bien pensados para impresionar a los oyentes? Porque solo quería
el poder de Dios, no sabiduría humana para convencer a los corintios de aceptar
la verdad (4-5).
Solo la simpleza del
evangelio con la obra del Espíritu puede llevar a que las personas se humillen,
se arrepientan, y sean redimidas.
b. Rechaza los
Elogios. Si vamos a aceptar el
crédito por lo que Dios ha hecho en nosotros, debemos ser como esculturas que
aceptan aplausos por el genio del escultor. No quiere decir que cada vez
que alguien te agradece por tu ministerio en sus vidas tengas de decir "De
nada, pero Dios merece toda la gloria--¡Gloria a Dios!". Lucir la
humildad no es mejor que lucir nuestra supuesta superioridad. Pero
debemos agradecer y reconocer que no somos nada sin El.
c. Reconoce al
Artista. No nos estamos reformando.
Dios lo está haciendo. Él sigue su diseño y usa sus herramientas.
Solo somos los materiales desechados y rotos que Él escogió para transformar.
d. Reposa en el
Poder de Dios. Hasta
que seamos como Cristo, eternos e inmortales en alma y cuerpo, seremos
frágiles. Las circunstancias de la vida nos amenazarán de rompernos,
partirnos, aun quebrarnos. Pero si descansamos en el poder de Dios,
podremos enfrentar cualquier situación que El permite venir por nuestro camino
(1 Cor. 10.13).
3. PURGUEMOS EL
ORGULLO DE NUESTRO MEDIO
Los corintios se olvidaban
que eran "arte basura". Se miraban y se alababan a si mismos
por la belleza y orden que Dios había llevado a cabo. Al menos que los
juzguemos duramente, debemos admitir que a veces permitimos que nuestro orgullo
nos lleve al mismo pecado. Pero no
necesitamos desesperarnos. Nuestra arrogancia puede ser aplastada. Si
obedecemos estas cuatro directivas, podremos tener victoria.
a. Recuerda el
Pozo. Dios nos está formando
en obras invalorables de arte, imágenes perfectas de su Hijo (Rom.8.29). Pero no olvidemos que Él nos encontró en el basural
de la depravación humana--sin propósito, significado, ni esperanza.