Inteligencia del Hombre vs.
Sabiduría de Dios
1Corintios 1.18-25
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En el principio Dios creó al hombre a su propio imagen. La competencia empezó cuando el hombre
insistió en devolverle el favor.
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EL hombre ha creado cada concepto falso de Dios imaginable. No solo en crear deidades que son aceptables a
la mente humana, sino que ha puesto su intelecto—por lo tanto, él mismo—como
dios mismo. Una autora atea, Ayn Rand,
escribe
“Ahora veo la cara de dios, y levanto este dios sobre la tierra, este
dios que el hombre ha buscado desde que comenzó a existir, este dios que le
dará gozo y paz y orgullo, este único dios consiste en una sola palabra: Yo”.
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Hasta pastores supuestamente evangélicos dicen que ya que formamos
parte de la familia de Dios, que somos sus hijos, luego somos dioses pequeños.
Somos divinos.
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El verdadero cristianismo no es aceptable por aquellos que ponen al
hombre como centro del universo. El
cristianismo ni halaga al hombre ni hace que Dios sea un ser fácilmente
aceptable.
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El autor y pensador CS Lewis escribe: “Esa es una de las razones que creo en el cristianismo. Es una religión que uno no podría adivinar.
No es una religión que alguien pudo inventar.
Tiene esa rareza por la cual las cosas reales existen”
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En 1 Cor. encontramos a los creyentes jugando por el equipo
opuesto. Pablo abre la verdad de Dios y
les explica esa verdad como algo que nunca podrían esperar o inventar—un Mesías
crucificado y un yo crucificado como el camino a la vida eterna.
A. Cómo eran los Corintios
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Eran arrogantes. Se jactaban
sobre pequeñeces como quién los bautizó (1.12-15). Su orgullo los llevó a elevar su manera de
hablar sobre las buenas nuevas de Jesús y su muerte. El corazón del evangelio estaba siendo pisoteado
por los pies del humanismo.
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Había que cambiar este seudo intelectualismo con la sabiduría de
Dios. Tenían que entender el significado
de la cruz.
B. El Mensaje de la Cruz—Una Vida de Entrega
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La muerte de Cristo es central a la salvación—un proceso que comienza
con la justificación, seguido por la santificación, y culmina en la
glorificación. Pablo se dirige a la
segunda etapa en v.18. lit. es “a
nosotros que estamos siendo salvos”.
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Esto indica un proceso... una muerte diaria a uno mismo. Esto no
significa tener un complejo inferior que lleva a inseguridad. Más bien es depender solo de Dios. No confían
en sus planes o inteligencia. Son los más seguros (2 Cor.12.10, Lc 9.22-24,
14.27).
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En el imperio romano, los que eran sentenciados a ser crucificados,
demostraban su sumisión en llevar parte o toda la cruz al lugar de
ejecución. Así nosotros demostramos
sumisión al Padre, llevando la cruz y clavando esos deseos pecaminosos a esa
cruz y dejarlos morir. Solo así podemos
experimentar una vida de resurrección.
C. El Intelecto Humano—Contrario a la Cruz
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Para el inconverso el mensaje de muerte al yo parece algo
incomprensible, absurdo, o una estupidez. No tiene sentido y no lo van a
aceptar. Por lo que Pablo dice en v.19
(leer)
1. Un Ejemplo del A.T.
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v. 19 es una cita de Isaías 29.14b.
Isaías hizo esta profecía cuando
Israel había sido dividido en dos naciones por guerra civil. La parte norte se
llamaba Israel, mientras la parte sur era Judá o Judea.
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Cuando Asiria amenazaba (ver en 2 Reyes 17), Israel formó alianza con
otras naciones y confiando en poder humano y sabiduría humana, no se mantuvo
separada de las naciones paganas, y el resultado fue trágico cuando Asiria los
atacó.
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Así también debemos cuidarnos de los “Asiria” que esperan atacar
nuestras mentes y corazones. ¿A quién o qué acudimos cuando las cosas van
mal? No busquemos sabiduría humana
cuando podemos confiar en la sabiduría de Dios.
2. Ejemplos del N.T. (20)
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“sabio”
era el gentil intelectual, el “escriba” el judío intelectual, y el “disputador”
el filósofo griego. La respuesta es claramente – “En ningún lado”. Dios los deshechará.
3. Ejemplos del Presente (21a)
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Aun hoy, el mundo no conoce a Dios mediante la sabiduría. Ni los
científicos, astrónomos, astronautas, llegan a conocer a Dios a través de su
intelecto y estudios humanísticos.
D. La Sabiduría de Dios—Provisión de la Cruz
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Entonces, ¿Cómo podemos conocer a Dios? (21b), mediante la predicación
de la locura de la cruz. Este concepto
se amplía en v.22.
1. La reacción de los judíos
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Piden “señales” para
comprobar el Evangelio. Demandan un
Mesías victorioso que con milagros y señales conquiste al enemigo y restaure la
gloria del reino de David.
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Pero son presentados con un hombre que no les dio las señales que
pedían (Mt.17.18-21), y proclamándose rey, terminó desnudo sobre una cruz, y
sepultado en una tumba prestada. No había
corona, ni caballo blanco, ni palacio. ¿Cómo podían creer que Jesús era el
Salvador que esperaban?
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Para el judío, esto era “tropezadero” (1.23).
2. La reacción de los griegos
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Buscaban “sabiduría”.
Querían un rey filósofo que satisfaga su curiosidad intelectual (Hch.
17.18-21). Pero se encuentran con un rey divino que se humilla a nacer judío,
solo es conocido por algunos, y pasa tres años hablando parábolas misteriosas y
sanando enfermedades. Termina su breve
ministerio traicionados por su propia gente, y ejecutado por crucifixión—la
peor manera de pena capital usada por el imperio romano. –esto era “locura” para ellos (22).
3. La apelación de Pablo (23-25)
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“Predicamos a Cristo crucificado – para los llamados, judíos como
griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”.
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¿Buscamos señales, milagros, sabiduría antes de entregarnos a Él?
Recordemos que “lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo
débil de Dios más fuerte que los hombres” (25)
Conclusión:
dos preguntas.
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Los corintios estaban vistiendo la cruz en los trapos del intelecto
humano. Pablo sabía que si no aceptaban
la sabiduría de Dios que se encuentra en el Cristo crucificado, nunca
experimentarían la vida abundante que Jesús prometió.
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La cruz de Cristo y nuestra cruz son inseparables. Pero a veces es difícil saber como
relacionarlos.
1. ¿Tenemos que desechar nuestra inteligencia
para aceptar el evangelio de la crucifixión?
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Quizás tengamos que abandonar
algunas de nuestras expectativas, demandas, y racionalizaciones, Pero nunca tnenemos que violar la
razón para creer. Sí debemos entregar
nuestras voluntades al Salvador y permitir que su Espíritu transforme nuestras
mentes para que podamos estar “sintonizados” con Dios.
2. ¿Cómo podemos morir al yo pecaminoso?
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Diariamente debemos dar la espalda a nuestras voluntades egocéntricas
y arrodillarnos ante el Señor Jesucristo, armonizando nuestros pensamientos,
palabras, y obras con su voluntad. Y ya
que Cristo es vida (1 Jn 1.1, 5.11,20) ¿tenemos algo para perder?
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