miércoles, 26 de agosto de 2015

Simpleza Profunda, 1 Cor 1.26--2.5

CCP 23-8-15
SIMPLEZA PROFUNDA
1 Corintios 1.26-2.5

Introd. El "arte basura" hecho de chatarra, maderas y fierros viejos, etc.  Se ve sobre una pared un cuadro con un camino arbolado hermoso con flores y praderas, y en su centro un Ford Modelo T armado de deshechos - cuerdas de piano, engranajes de relojes, clips para papeles, bisagras, etc.  En si mismo, no tiene nada de valor, pero en las manos de un artista, convirtió toda esa basura en una pieza extraordinaria de arte.

Aparte de Cristo, somos basura espiritual. No servimos para nada salvo ensuciar su creación.  Pero cuando Él se apodera de nuestras vidas, como un maestro artesano el Señor endereza nuestras almas torcidas, limando las asperezas, remendando nuestros corazones destrozados.  Al principio no se notan mucho esos cambios, pero con el tiempo se empiezan a ser visibles a otros.  Aunque quizás queremos atribuirnos a nosotros mismos esos cambios, bien adentro sabemos que es el Señor quien los hace.  El merece nuestro reconocimiento.

Pero a veces nos olvidamos de nuestros comienzos "sucios".  Nuestro orgullo se levanta y actuamos como si Dios hizo esos cambios porque nosotros le dimos un buen material para formar.  O sea, comenzamos a creer como lo hicieron los corintios.  En 1 Cor. 1.26 a 2.5 Pablo nos recuerda que si no fuera por la interven-ción  de Dios en nuestras vidas, seguiríamos siendo "basura".


1.  LLAMADOS DEL BASURAL

a.  Los Hechos.  (1. 26).  Con pocas excepciones, estos creyentes estaban en lo más bajo de la escalera social.  La iglesia estaba lleno de fornicarios, adúlteros, afeminados, homosexuales, idólatras, ladrones, borrachos, engañadores (6.9-10). No eran más que alambres, cuerdas de piano, y clavos.  Aun así, Dios los había tomado y levantado para ponerlos en su obra de arte.  Como Pablo les dijo en 6.11, estaban lavados... santificados ... justificados en el nombre del Señor Jesucristo... (6.11).  Es lo que hace con nosotros (1.27-28).  Lo que vale poco o nada, Dios los escoge para llevar a cabo su obra de arte.

Tal gracia debe recordarnos que el artista, no el arte, es el que se lleva el honor.  ¿Por qué lo hace Dios?  Pablo les dice, "para que ningún hombre se jacte ante Dios" (29).  Dios no tolera a los orgullosos, así que pisa sus egos y levanta el sedimento de la sociedad haciéndolos ciudadanos honorables de su reino.  Es la única manera que El los recibe (4.28-37).

b.  El Contraste.  (1.30-31).  Pablo contrasta las carácter-rísticas ordinarias de los corintios con la belleza de Jesucristo (30)

El mundo busca héroes;  Dios busca a los humildes.  El mundo se impresiona con poder, prestigio, dinero. Dios se impresiona solo a través de Cristo—la persona más bondadosa y humilde que jamás caminó sobre esta tierra.  Por lo que Dios le dio a su Hijo pre-eminencia sobre toda la creación y lo ha hecho nuestra sabiduría.  El es nuestra justicia—somos declarados justos y liberados de la pena del pecado (Rom.3.21-26).  Es nuestra santificación—por Él somos hechos santos, liberados del poder del pecado (1 Tes.4.7).  También es nuestra redención: por El somos glorificados y liberados para siempre de la presencia del pecado (Rom.8.23). Solos, no somos nada.  Pero en Cristo tenemos un valor incalculable.  La diferencia descansa en El, no en nosotros.  Por lo tanto, si vamos a jactarnos, debemos jactarnos en El (1 Cor.1.31.  Ver Jer. 9.23-24).


2.  EL MINISTERIO EMBELLECEDOR DE PABLO

La salvación de los corintios comprueba que Dios escoge lo ordinario en vez de lo sobresaliente. El ministerio de Pablo en Corinto comprueba esta verdad.

a.  Su Mensaje, 2.1-2.  Continuando su argumento, Pablo reconoce su propia ordinariez a los corintios (1).  Aunque Pablo era un pensador profundo y un buen polemista, no podía compararse con las destrezas oratorias de un Apolo.  Pero esto no le importó, pues su meta fue de hacer sobresalir un mensaje:  "Jesucristo, y El crucificado" (2).  Todo lo demás era superfluo.

b.  Su Método, 2.3.  Cuando Pablo sirvió a los corintios, lo hizo con temor y temblor (3).  Esto lo llevó a depender en el Señor más que nunca antes (ver Filip. 2.12-13).  El resultado fue tremendo.  Lo que le faltaba a Pablo en talento y coraje, Dios lo suplementó con poder.  Al predicar, el evangelio explotó en las calles de Corinto.  La gente se acercaba a un Pablo sin atractivo y muchos se alejaban cantando alabanzas a Dios.

Como Pablo, quizás no seamos grandes oradores.  Pero no tenemos que serlo.  El Señor nos dará su poder en nuestra debilidad.  Solo nos pide que confiemos en El al llevar a cabo lo que El tiene para nosotros.

c.  Su Motivo, 2.4-5.  ¿Por qué Pablo no tomó clases de oratoria de los comunicadores expertos de su día?  ¿Por qué no agregó algunas ilustraciones ingeniosas o buenos chistes o argumentos bien pensados para impresionar a los oyentes?  Porque solo quería el poder de Dios, no sabiduría humana para convencer a los corintios de aceptar la verdad (4-5).

Solo la simpleza del evangelio con la obra del Espíritu puede llevar a que las personas se humillen, se arrepientan, y sean redimidas.
b.  Rechaza los Elogios.  Si vamos a aceptar el crédito por lo que Dios ha hecho en nosotros, debemos ser como esculturas que aceptan aplausos por el genio del escultor.  No quiere decir que cada vez que alguien te agradece por tu ministerio en sus vidas tengas de decir "De nada, pero Dios merece toda la gloria--¡Gloria a Dios!".  Lucir la humildad no es mejor que lucir nuestra supuesta superioridad.  Pero debemos agradecer y reconocer que no somos nada sin El.

c.  Reconoce al Artista.  No nos estamos reformando.  Dios lo está haciendo.  Él sigue su diseño y usa sus herramientas.  Solo somos los materiales desechados y rotos que Él escogió para transformar.

d.  Reposa en el Poder de Dios.  Hasta que seamos como Cristo, eternos e inmortales en alma y cuerpo, seremos frágiles.  Las circunstancias de la vida nos amenazarán de rompernos, partirnos, aun quebrarnos.  Pero si descansamos en el poder de Dios, podremos enfrentar cualquier situación que El permite venir por nuestro camino (1 Cor. 10.13).


3.  PURGUEMOS EL ORGULLO DE NUESTRO MEDIO

Los corintios se olvidaban que eran "arte basura".  Se miraban y se alababan a si mismos por la belleza y orden que Dios había llevado a cabo. Al menos que los juzguemos duramente, debemos admitir que a veces permitimos que nuestro orgullo nos lleve al mismo pecado.  Pero no necesitamos desesperarnos.  Nuestra arrogancia puede ser aplastada. Si obedecemos estas cuatro directivas, podremos tener victoria.

a.  Recuerda el Pozo.  Dios nos está formando en obras invalorables de arte, imágenes perfectas de su Hijo (Rom.8.29). Pero no olvidemos que Él nos encontró en el basural de la depravación humana--sin propósito, significado, ni esperanza.


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