¿Puedo o no Puedo?
1 Corintios 8,9
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Jesús dijo, “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a
los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a
los otros. 35 De
este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros”
– Juan 13.34-35
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Notamos lo que no dijo: “otros sabrán que son mis discípulos si son
estudiantes de la Biblia… o si ayunamos cada mes … o vamos a cada conferencia y
seminario bíblico, o si damos nuestro tiempo, talento, o dinero a la obra de
Dios”.
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Estas cosas, aunque buenas, pero ninguno va a atraer a otros a
conocer al Señor. Solo cuando otros ven
el amor que hay en la familia de Dios serán atraídos a los brazos del Padre.
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Faltaba el amor ágape en la iglesia de Corinto y esto afectaba sus
actitudes hacia distintos temas. En este
capítulo tiene que ver con la libertad cristiana en cuanto a comer carne
ofrecida a los ídolos, y podemos sacar algunos principios básicos en cuanto a
nuestra libertad.
A. El Problema Cultural
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El problema de la iglesia no era si podían ir al cine, jugar
póker, o tomar vino con la cena. Para
ellos – ¿está bien comer carne que fue sacrificada a ídolos? Corinto era el centro de adoración
idólatra. Un animal fue llevado al
sacerdote para ser sacrificado y partes del animal eran quemadas. Lo que sobraba era dividido entre los
sacerdotes o vendido en los templos paganos o mercados públicos.
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El problema de los creyentes era si compraban carne, probablemente
algo venía de un asado para dioses falsos.
Además, cuando los paganos lo comían, hacían banquetes públicos donde
muchos participaban. Algunos creyentes
argumentaban que comer carne sacrificada a ídolos no estaba mal; otros decían
que era tan malo como adorar a los mismos ídolos. Así que dejaron que Pablo lo resolviera.
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O sea, un partido se aferraba a sus libertades; y el otro a sus
escrúpulos. El apóstol tenía que evitar el promover libertinaje o
legalismo. Así que sus consejos eran con
el objeto de unir los hermanos, no dividir.
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Ya que era un tema candente y complejo, Pablo usa los próximos
tres capítulos para aconsejarlos.
1. El
Principio de la Libertad. Los
corintios sabían que eran libres en Cristo… pero algunos lo llevaban al
extremo. Libres para pecar (6.12;
10.23). Pablo les recuerda de dos cosas que ya sabían.
a. Sabían que tenían conocimiento, 1-3. Comienza haciendo un contraste entre
conocimiento y el amor. Está bien tener
conocimiento, pero no sin amor. Este
conocimiento infla nuestro egocentrismo, lo que hace imposible edificar a otra
persona. El intelectualismo egocéntrico
puede pincharse como un globo—pero construir con amor lleva tiempo y trabajo
para edificar algo sólido y duradero.
b. Sabían de los ídolos, 4-6. Con una lógica clara, Pablo demuestra que los
ídolos eran solo creaciones humanas, pero solo hay un Dios verdadero. Entonces si se come de lo sacrificado a
ídolos no tiene consecuencias. ¿Cómo
puede comer carne ser algo malo si no existen esos dioses?
2. El
Principio del Amor. ¿Cómo debemos
responder? v.13. Pablo no dice que
debemos unirnos a los legalistas, a los que hacen del cristianismo una serie de
leyes meticulosas. Habla de proteger la
conciencia del hermano débil. O sea, la extensión de nuestro amor se determina
por la actitud con la que restringimos nuestra libertad.
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Hoy no tenemos problemas con comer carnes, pero al enfrentarnos
con los temas del baile, tomar alcohol, ir al cine, fumar, etc., ¿cuál es nuestra prioridad? ¿Ejercitar nuestra libertad cristiana, o
practicar el amor de Jesús? Esos
hermanos débiles, ¿son estorbos a tu libertad, o los ves como oportunidades de
mostrarles amor y alentarlos, aceptarlos, y respetarles?
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No importa qué posición tomas tú o tomo yo en cuanto a las áreas
que son gris, pero todos tenemos el mandato de obedecer el mandamiento claro de
amarnos unos a otros.
C. El Problema del Individualismo, 9.1-23. Los corintios habían encontrado libertad en Cristo, (Gál.
5.1) y estaban con toda intención de ejercitar esa libertad. Bueno, está bien, si lo hacen viviendo la
vida abundante y ejercitando la gracia plena del Señor. Pero los corintios estaban haciendo las cosas
al revés. Tenían libertad y llenaban sus
egos en usar esa libertad para sus placeres. En vez de alentarse unos a otros, luchaban por
sus derechos individualistas. Pablo responde mostrando su propia posición como
apóstol. Y si alguien tenía derechos, el
Apóstol Pablo aun más, 9.1-2.
- Los
Derechos de Pablo, 4-13
– Tenía el derecho de ser acompañado con una esposa, de no tener que
trabajar, de recibir ayuda financiera como un ministro del evangelio, etc.
- El
Sacrificio de Pablo. Pablo estaba dispuesto “soportarlo todo”
(12-17). Pero, ¿por qué rechazaba
ayuda de las iglesias que servía?
Probablemente porque los sacerdotes paganos se aprovechaban de los
que sacrificaban y recibían lo mejor de la carne y comidas. Los judíos comían carne solo una vez por
semana, pero ellos casi todos los días, dando el mensaje de “haz lo que digo, no lo que hago”. Pablo no quería ningún motivo para ser
acusado de aprovecharse de los demás.
Entregaba sus placeres por el bien de la iglesia. ¿Sacó provecho de esto? ¡Sí! v.18.
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Como cristiano, tienes el derecho de usar tu libertad y posición
en Cristo para gozar todo lo que Dios tiene para ti. Pero también tienes la responsabilidad y
privilegio de ayudar a otros crecer en la fe.
Es un trabajo de equipo. ¿Estás
dispuesto a entregar algunas libertades para ayudar al equipo crecer?
- La Meta
de Pablo. Era de ganar almas y fortalecer a los hermanos.
Para lograr esto, ¿qué deseaba hacer?
a.
Ganar a los creyentes
legalistas,
20. Para hacerlo tenía que ajustarse al sistema
rígido y legalista de los judíos (y muchos judíos convertidos seguían esas
cosas), dejando a un lado sus libertades.
b.
Ganar a los creyentes
libertinos, 21. Eran abusadores de libertad y deshonraban a
Dios y a la iglesia. Asociarnos con
ellos sin comprometer nuestro testimonio, pero ganarlos con amor.
c.
Ganar a los creyentes nuevos,
22-23. Los que son aun inmaduros espiritualmente.
Son ofendidos fácilmente y tienen la tendencia de volver atrás y caer en
pecado. Necesitan de creyentes maduros
para enseñarles los esenciales de la fe Cristiana. Para eso debemos restringir nuestra libertad,
por lo menos mientras estamos con ellos.
- Pregunta
y Comando, 24. Pablo no habla de la salvación, sino de
premios o galardones. Todos daremos
cuenta ante el Tribunal de Cristo, pero algunos verán sus obras quemarse y
no recibirán coronas por ser fieles.
Otros, sin embargo, los que obedecen íntegramente su Palabra serán
recompensados de acuerdo al bien espiritual que han hecho para el Señor
(3.13-15; 2 Cor.5.9-10). No debemos
correr solo para terminar la carrera, sino mantener siempre una meta en mente (Heb. 12.1-2 - "puestos los ojos en Cristo") y
hacer lo que podamos para obtener ese premio.
- Preparación
y Premio, 25. Los que corren en las olimpíadas tienen
que entrenarse con un programa riguroso.
Y solo para recibir una corona de hojas de olivo o laurel que se van a secar. ¿Cuánto más debemos nosotros
disciplinarnos para recibir una corona indestructible? No busquemos placeres en las cosas
temporales que no tienen valor.
Dios quiere darnos un gozo profundo al servirle y una recompensa
preciosa al final de todo.
- Método y
Motivación,
26-27. Pablo ahora habla de si
mismo usando “yo” en vez de “nosotros”.
Al correr, Pablo no se detenía para oler las flores—siempre mantuvo
esa meta en mente. Cuando tentado,
no golpea al aire sino que daba en el blanco. Y esquivaba los ataques del enemigo. Todo esto lleva disciplina. No seamos blandos con el pecado, sino
desarrollemos estrategias para vencer las tentaciones y el pecado.
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Según 1 Juan 2.16, el Enemigo nos ataca en tres maneras, tres
“boxeadores” que nos quieren derribar.
“los deseos de la carne” – No tenemos templos con
prostitutas hoy, pero la diosa Diana o Astoret está bien y vive hoy en nuestra
cultura obsesionada con el sexo. ¿Te ha mareado con su pornografía, adulterio,
homosexualidad? ¡No bajes tu guardia!
Solo quiere tirarte al suelo.
Deja que Dios tome control de tus pasiones sexuales.
“los deseos de los ojos” – el dios del materialismo. El dios que promete prosperidad, y quiere que
quites tus ojos de Cristo y mires lo material. Este era el dios Baal del
A.T. ¡No te dejes engañar!
“la vanagloria de la vida” – el dios del orgullo y
egocentrismo, a veces como resultado del materialismo. ¿Estamos dispuestos a sacrificar por el bien
de los demás? Tenemos que sacrificar ese
egocentrismo al Señor y permitir que Él nos haga más como Cristo.
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Dios quiere que seamos vencedores y ganadores, terminar como
Pablo y honestamente decir, He peleado la buena batalla,
he terminado la carrera, he guardado la fe (2 Tim. 4.17). Amén.
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